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domingo, 9 de octubre de 2016
BUENAS PRÁCTICAS EN COMUNICACIÓN Y DISCAPACIDAD (Fragmento)
Comparto esta información, que es de suma utilidad tanto para estudiantes de carreras referidas a la comunicación, así como también a quienes ya estén trabajando en los medios.
Invito a leer atentamente y poder hacer uso de dicha información ya sea compartiéndola o dándola a conocer.
(Fragmento)
BUENAS PRÁCTICAS EN COMUNICACIÓN Y DISCAPACIDAD
POR VERÓNICA GONZÁLEZ BONET
INFORMAR CON RESPONSABILIDAD
Y RESPETO POR LA DIVERSIDAD
La autora
Verónica González Bonet es Licenciada en Informática egresada de la Universidad Argentina de la
Empresa (UADE) y periodista diplomada en periodismo de género por el Instituto Internacional
José Martí, La Habana, Cuba. Fue seleccionada, además, para tomar el Curso sobre el Sistema
Interamericano de Protección de Derechos Humanos para ONGS que trabajen temas sobre
género y/o discapacidad en la ciudad de Washington en octubre de 2014.
Es responsable desde enero de 2010 de la columna sobre discapacidad del noticiero de la TV
Pública, único espacio en Latinoamérica conducido por una persona con discapacidad visual. Por
esta labor, fue distinguida con el premio Lola Mora 2012, por promover una imagen positiva
de las mujeres en los medios, Isalud 2013, categoría comunicación individual y reconocimientos
entre otros, por parte de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual por el
modo de abordaje de cuestiones de discapacidad en el noticiero de la TV Pública.
Fue, además, columnista radial en el Programa Día Perfecto, conducido por Ernestina Pais en
Radio Metro y de la Red Feminista nosotras en el Mundo. Realizó también reportajes especiales
para la Revista Latin Star Magazine, de Sacramento, California.
Integra la red Internacional de Periodistas con Visión de Género (RIPVG) y la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la cual preside desde 2011.
Dicta habitualmente charlas sobre Comunicación y discapacidad, género, estereotipos, violencia,
inclusión social, empleo, etc.
Abordaje en los medios de comunicación
Los medios de comunicación seleccionan noticias y realidades a mostrar y, a partir
de ellas, contribuyen a la construcción de opinión. Así, muchas veces se muestra en los
medios informativos todo el día la repetición de un hecho de inseguridad, y la gente
tiende a magnificar el hecho. Se crea, así, la sensación de que ha ocurrido muchas veces.
Esto no significa que la noticia que se expone no sea veraz.
¿Qué ocurre cuando se muestra a las personas con discapacidad? A menudo en
los periodistas, como en el resto de las personas, la discapacidad se percibe como un
desvalor, algo negativo que ocasiona pena en la sociedad e incluso la culpa de no poder revertirla.
Así, en los diálogos entre comunicadores/as y PCD se percibe el nerviosismo que
ocasiona el no saber cómo hablar, de qué manera dirigirse ni qué preguntas hacer.
Ocurre, además, que toda la conversación gira en torno a la discapacidad, sin importar
otros aspectos de la vida de la persona o de las situaciones que atraviesa que, a los
fines informativos, pudieran resultar de mayor interés.
Suele utilizarse, además, música de fondo que provoca lástima, remite a lo emotivo
y se enmarca a estas coberturas como notas de color, dentro de la sección sociedad,
independientemente de la temática que aborden.
Preconceptos y prejuicios habituales
Los preconceptos son variados y difieren de acuerdo a la realidad de cada comunicador/a y su conocimiento de la temática. Habitualmente no se cree que haya que
formarse para abordar estos temas. Por eso, los comunicadores suelen no conocer los
derechos de las PCD, los que resultan fundamentales a la hora de desarrollar una cobertura periodística que aporte información, derribe barreras y contribuya a mejorar
la calidad de vida del colectivo.
Suele considerarse a las PCD como:
Eternos niños/as: sobre todo a quienes tienen discapacidad intelectual, pero también con otras discapacidades, la gente suele referirse como el nene o la nena, aunque sean jóvenes o adultos. Considerar a las PCD como niños/as supone
no asumir su crecimiento, sus derechos y obligaciones, no valorar sus opiniones y no escuchar su palabra.
Asexuados/as: tiene relación con la infantilización. Negar la sexualidad de los y las jóvenes, hombres y mujeres con discapacidad tiene que ver con vulnerar el
derecho a decidir sobre el propio cuerpo, aun tomando riesgos. En ocasiones, considerar así a las PCD se relaciona estrechamente con el miedo al abuso, aunque la negación no resulta el mejor antídoto para este posible acontecimiento.
Aún resulta lamentablemente habitual la esterilización forzosa con el fin de evitar el abuso, aunque sólo consigue ocultar sus efectos y exponer más a las niñas y mujeres que enfrentan esta vulneración de sus derechos.
La discapacidad es incapacidad: la discapacidad se relaciona con un déficit y con
las barreras que coloca o elimina el entorno. No se puede considerar que las PCD son incapaces de realizar cualquier tarea. De hecho, serán las mismas PCD
quienes delimitarán sus posibilidades y dificultades.
Las dificultades de comunicación provienen de las PCD: en realidad éstas se
arraigan en la carencia de la sociedad en el aprendizaje de lengua de señas, por
ejemplo, o con la falta de flexibilidad para hablar de forma más sencilla y pausada
con personas con discapacidad intelectual. Pensar que la limitación es de los
comunicadores/as, conllevará correr el eje de la discapacidad, y aportará para
una comunicación más fluida y una cobertura enriquecedora.
No tiene importancia y en ocasiones es muy complejo escuchar la voz de las
PCD: muchas veces, aún se escucha a profesionales o familiares hablar por las
PCD. Teniendo en cuenta que ha sido un colectivo históricamente invisibilizado, es preciso que se escuche su voz, implementando adecuaciones necesarias
como un intérprete de lengua de señas argentina (LSA), de ser necesario. No
significa esto que no haya que escuchar a profesionales y familiares, pero sí que
sería bueno priorizar a los y las protagonistas de las notas. Si se piensa en organizaciones de mujeres, no se tolera que las mismas estén presididas o sus voceros
sean hombres. Lo mismo sucede en el caso de colectivos de personas afrodescendientes: no hablaría por ellas una persona blanca. Sin embargo, se sigue
considerando aceptable que hablen personas sin discapacidad en representación
de las PCD.
La discapacidad es una enfermedad: esta visión patologiza a las PCD y da un poder supremo a los profesionales médicos. Así, ellos hablan de educación, apoyos, etc. y no estrictamente de cuestiones de salud.
Todas las PCD que tienen la misma discapacidad son iguales: se asume que todas las personas con discapacidad visual tienen habilidad para la música; las que
tienen discapacidad intelectual, para la pastelería; quienes tienen hipoacusia se
concentran más, etc.
Todas las PCD se sienten discriminadas por la sociedad y viven una tragedia
personal: cada persona enfrenta las situaciones a su manera, sin necesariamente
ser la discapacidad un tremendo problema que afecta negativamente la vida de
una persona.
Las PCD son incapaces de cuidar: por eso cuando se ve una madre o padre con
discapacidad, se asumirá que son sobrinos, primos o cualquier otra cosa o que, si
son hijos, tienen la obligación de "cuidar" a sus padres, ser lazarillos, intérpretes
o madurar con mayor rapidez por tener padre o madre con discapacidad.
Los niños y niñas con discapacidad deben estudiar en escuelas especiales: sobre
todo si tienen discapacidad intelectual o psicosocial, los docentes "comunes" no
saben ni pueden responder a sus necesidades. Sin embargo, el mejor lugar para
educarse, cualquiera sea la situación de los niños y niñas, será en un aula donde
se respete la diversidad y todos compartan y aprendan juntos.
El lenguaje
Como comunicadores sabemos que el lenguaje que se utiliza encierra significado
y es nuestra herramienta de trabajo esencial. El lenguaje puede contribuir, esclarecer,
explicar, aportar, o bien estigmatizar. Los eufemismos suelen contribuir a esto último.
Por lo tanto, es necesario evitar los siguientes términos a fin de no fomentar la
estigmatización de las personas con discapacidad por parte de los medios de comunicación:
Discapacitado/a: adjetiva a la persona, le asigna una característica estática sin
contemplar el entorno, no se prioriza a la persona.
Incapacitado/a o incapaz: remite a una total incapacidad de hacer cualquier cosa.
Inválido/a: no vale.
Anormal: remite a parámetros de normalidad que no concuerdan con lo que
establece el modelo social de la discapacidad.
No vidente: vidente es quien ve más allá. Alguien no vidente no tendría esta habilidad.
Mogólico/a: resulta peyorativo y no hace referencia a las personas con síndrome de down.
Loco/a: conlleva una carga negativa sobre usuarios/as de salud mental, se asocia
a peligrosidad.
Sordomudo/a: no es correcto, ya que las personas que son sordas y no pueden
hablar de forma oral muy probablemente puedan hablar lengua de señas.
Retrasado/a: remite a un retraso respecto de parámetros de normalidad.
Lisiado/a: es un término que va dejando de utilizarse por resultar discriminatorio.
Enano/a: el enanismo es tan sólo una de las patologías que genera baja talla. El
término está ligado a lo circense y lo monstruoso, y a como se consideraba esta
discapacidad en la Edad Media.
Capacidades diferentes: las tenemos todas las personas. Algunas personas tienen mucha habilidad manual, otras para los deportes, pero eso no significa que
unas u otras tengan discapacidad.
Necesidades especiales: este término surgió del ámbito educativo para referirse
a necesidades educativas especiales. Sin embargo, a veces se utiliza en otros
ámbitos. No es correcto porque remite a lo anormal y lo normal, lo común y lo
especial, por lo que categoriza y excluye.
Personas especiales: ninguna persona es más especial que otra. Al hablar de un
niño o niña especial, se asume carente de derechos, un ángel, sin maldad, sin
sexualidad.
Sufre/ padece / está afectado/a por: emitimos un juicio de valor respecto de
lo que a la persona le causa su discapacidad, y como comunicadores/as no nos
corresponde hacerlo. No podemos pensar que la discapacidad siempre se toma
como una tragedia, algo negativo, ya que cada persona lo vivirá como pueda,
teniendo en cuenta su entorno, sus posibilidades de desarrollo, etc.
Edad madurativa: este término proviene de los profesionales médicos que evalúan la posibilidad de desarrollo cognitivo, sin tener en cuenta las habilidades
sociales, que son determinantes en el desarrollo. Hablar de edad madurativa
hace que veamos a una persona de 40 años, por ejemplo, con "edad madurativa" de 5 años, como si fuese un niño/a de 5 años y esto no es correcto. La
maduración no tiene que ver tan sólo con poder sumar y restar, leer y manejar dinero, sino también con poder relacionarse con otros, construir con otros,
trabajar, saber qué apoyos necesita, etc.
Cabe señalar que algunas organizaciones lamentablemente aún conservan estos
términos en sus nombres. Si esto ocurre, habrá que ponerlos tal cual son, pero de
ningún modo como comunicadores/as debieran utilizarlos en su discurso. Lo mismo
ocurre si algún padre, madre o profesional lo hace.
Utilizar:
Persona con discapacidad: si queremos precisar, podemos agregar "visual", "auditiva", "motora", "intelectual" y "psicosocial" (personas usuarias de servicios
de salud mental).
Persona ciega, disminuida visual o con disminución visual.
Persona sorda o con hipoacusia.
Persona con discapacidad intelectual, con síndrome de down, con autismo.
Persona con discapacidad psicosocial, persona usuaria de servicios de salud mental, persona con padecimiento mental, persona con esquizofrenia, persona con
bipolaridad o bipolar.
Persona de baja talla.
Entrevistas a personas con discapacidad
Para entrevistar a personas con discapacidad, lo más importante es despegarse de
prejuicios y preconceptos que ubican a los/las entrevistados/as en un lugar de infe-
rioridad. De lo contrario, nos perderemos de la riqueza de poder conocer y valorar
a la persona, y resultará una cobertura amarillista y llena de golpes bajos. Si tenemos
dudas respecto de alguna cuestión relacionada con su discapacidad, podemos conversar con la persona, previo a la entrevista para llegar a ésta más distendidos. La cámara
habitualmente pone nerviosa a la gente y las PCD no son ajenas a esto, por lo que
habrá que tener paciencia al preguntar e intentar provocar un clima de confianza.
De acuerdo con la discapacidad es conveniente:
Para personas con discapacidad visual: referirse por el nombre al hablarle, para
que sepa que nos dirigimos a ella. No evitar hablar utilizando el verbo ver, no
suele molestar. No hablarles más fuerte de lo habitual, ya que la ceguera no se
asocia a sordera necesariamente.
Personas sordas: dirigirse a la persona sorda al hablar aunque haya un intérprete.
Si hacemos entrevista con audio, colocar el micrófono al intérprete. Si la persona
es sorda oralizada, modular bien y mirarla a la cara.
Personas con discapacidad física: si la persona está en silla de ruedas, procurar
que la nota sea sentados, para evitar el dolor de cuello del entrevistado/a para
poder mirarnos.
Personas con discapacidad intelectual y psicosocial: tener paciencia al formular
las preguntas y reformularlas de otro modo si vemos que la persona no entendió. Utilizar lenguaje sencillo, evitando lo abstracto. Para una persona con discapacidad intelectual no es relevante hablar de cantidad de dinero, temperatura,
tiempo transcurrido, etc. Por ejemplo, no es lo mismo preguntarle a una persona con discapacidad intelectual cuanta gente hay en un lugar, que si había sillas
vacías. Esta última formulación, sí le permitirá contestar. Procurar entenderlos
y, si tienen dificultades en el habla y no entendimos algo, pedir amablemente
que vuelvan a explicarnos. No infantilizar de ningún modo, una discapacidad intelectual no está asociada a que la persona sea un niño/a.
El enfoque de derechos humanos frente al amarillismo
Si pensamos en nuestro objetivo de transmitir información útil para la audiencia y
visibilizar algunas temáticas que contribuyan a una sociedad más inclusiva, realizar una
cobertura con amarillismo de este tema no resulta beneficioso para el sector. Conviene, entonces, profundizar en el conocimiento de la CDPD para que cuando contemos
una historia, podamos pensar en los derechos ejercidos o vulnerados. De esta forma
cumpliremos con la tarea de informar. La música conmovedora y los golpes bajos no
contribuyen a modificar realidades.Por el contrario, ubica a las PCD en un lugar de
lástima, conmiseración y subestimación. No resulta conveniente exponer a las PCD
en situaciones que las ubiquen en este lugar, aunque a veces sean ellas quienes ahí se
colocan. Es preciso considerar siempre que cada PCD reúne características propias.
Así como no existen estándares para niños, niñas, personas adultas mayores, hombres, mujeres, adolescentes, personas habitantes de pueblos originarios, etc., tampo-co resultan iguales las personas ciegas, sordas o con discapacidad intelectual. Debe
procurarse incluir en las coberturas la mayor cantidad de información que se pueda,
teniendo en cuenta que muchas veces las PCD no conocen sus derechos ni a dónde
recurrir para solicitar apoyo.
Decálogo para el tratamiento de cuestiones sobre discapaci-dad
1) Cuando se habla de personas con discapacidad, se habla con o sobre personas.
No debe olvidarse esto al interactuar con ellas o hablar de ellas. Personas con
características propias que no devienen de la discapacidad, sino tal como establece el modelo social de la discapacidad, de un entorno que influye en ellas,
colocando o eliminando barreras.
2) Utilizar el lenguaje correcto: persona con discapacidad, persona hipoacúsica o
sorda, persona usuaria de servicios de salud mental, persona con discapacidad
intelectual, persona ciega, etc. Evitar términos como: capacidades diferentes,
necesidades especiales, normal/anormal, no vidente, sordomudo/a, lisiado/a,
inválida/o, sufre/padece, loco/a, etc.
3) Las personas con discapacidad no son incapaces, eternas/os niñas/os, asexuadas/os ni improductivas. Tampoco les cabe a los comunicadores juzgar las habilidades de las otras personas, presuponiendo la necesidad de entornos paralelos, por ejemplo, para educarse. Escuchar a las personas interesadas resulta una
buena práctica, dejando a un lado los prejuicios.
4) Tener en cuenta que la discapacidad no es una enfermedad, sino que surge de la
interacción entre una persona con un déficit y su entorno. Limitar la discapacidad
a una patología resulta contrario a un modelo de derechos humanos que ponga
el acento en la persona.
5) Incluir datos sobre leyes, organizaciones de personas con discapacidad y cualquier otra información relevante, teniendo en cuenta que las personas con dis-
capacidad y sus familias suelen desconocer los derechos que las asisten. Este
desconocimiento resulta la primera barrera que obtura el acceso a la justicia de
este colectivo, siendo así indispensable que los periodistas puedan desempeñar
un rol activo emitiendo información útil a este respecto.
6) Evitar el amarillismo y golpes bajos a la hora de encarar una cobertura sobre la
temática. Sólo contribuye a estigmatizar. Evaluar si es conveniente, en cada caso,
centrar la nota en la situación de discapacidad. La mayoría de las veces no resulta
pertinente. La perspectiva de derechos humanos requiere que se considere a las
personas con discapacidad como iguales en dignidad y derechos que el Estado
debe garantizar y no beneficiarios de la caridad.
7) Siempre dialogar con las personas con discapacidad, aunque sean niños y niñas, ya que dirigirse a sus acompañantes resulta descalificante. Recordar que el
necesitar apoyos no implica falta de autonomía.
8) Procurar que la información producida sea accesible (con lengua de señas, sub-
titulado oculto y audiodescripción en medios audiovisuales, web accesible en
medios gráficos, etc.) Considerar, asimismo, la accesibilidad física en los lugares a la hora de informar, ya que resulta determinante del nivel de participación
que lograrán las personas con discapacidad en ámbitos educativos, laborales,
turísticos, deportivos, de ocio, etc.
9) Hablar en lenguaje sencillo a la hora de dirigirse a personas con discapacidad
intelectual y reformular las preguntas si la persona no comprendió.
10) No utilizar referencias a la discapacidad como un insulto o descalificante en ningún caso. Tampoco es correcto asociar a los y las usuarios/as de salud mental
como personas peligrosas, ni a criminales como locos/as, ya que estos conceptos resultan sumamente discriminatorios.
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