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sábado, 30 de abril de 2022

Defensa ciega. (Cuento de mi autoría)

Toca una temática sensible, pero aún así, escribirlo me generó un montón de sensaciones.
No suelo escribir sobre estos temas tan dramáticos, pero cuando la hoja en blanco quiere llenarse de letras, sucede.
Gracias a quien quiera leerlo.
Magalí Rossi.


Defensa ciega.
Ciudad de Buenos Aires, año 2023.
Para ella era un día feliz, iba a realizar una charla de concientización sobre inclusión para chicas con diferentes problemáticas y ahí estaba, sonriendo, con ese taxi que la llevaba al hotel donde se hospedaría.
El hotel se llamaba El Descanso, tenía buenas referencias, era de un estilo rústico, y quedaba en el centro de la ciudad.
Nunca se imaginó que cuando llegara, todo se volvería tormentoso y gris.
Pero mientras tanto, ella sentía Su cabello Rubio al viento, su vestido azul, ese empoderamiento que la inundaba al saber que iba a lograr ser escuchada por muchas otras chicas que seguramente necesitaban una palabra de ánimo.
El taxi sorteaba el tráfico, ella seguía dibujando en su mente, se imaginaba en aquel auditorio, diciéndoles que sean valientes, que hablen de lo que les pase, que siempre iban a tener una red de contención para acompañarlas. Sentía los aplausos, los abrazos, las miradas.
Hasta que en un momento volvió al presente porque ya había llegado al hotel y el taxista se había detenido esperando que bajara. Lo saludó, le pagó, tomó su maleta y su bastón y caminó hacia la puerta de color oscuro.
Entró, se registró, le dieron la habitación 6. Nunca le gustó ese número, tampoco supo por qué sentía una energía que no era tranquilizante. Le Dio poca importancia porque culpó al cansancio, al calor, seguramente luego de una ducha y una salidita a comer algo la cosa iba a tener otro matiz.
No le llamó la atención el hombre de la entrada que la acompañó amablemente hasta la habitación, tampoco la chica que le explicó en que lugar estaban los enchufes, el armario, la tele, el baño, y como se ubicaba cada cosa en él describiendo la ducha, etc.
Se dijo que era amabilidad, que estaba muy genial que sean tan atentos con alguien que no veía y luego se despidió de ellos cerrando la puerta.
Comenzó a desarmar su balija, elegir lo que se iba a poner para ir a comer a un barcito cercano, seguro encontraría uno a una o dos cuadras, porque cuando hay un hotel siempre hay lugares para ir a desayunar o cenar y nunca quedan lejos.
Se duchó, se vistió y cuando estaba queriendo irse a cenar, comenzó a sentir que la observaban.
Pensó que era una sensación, que era porque estaba sola ahí, pero estaba equivocada.
Creyó que sus sentidos la engañaban pero comenzó a escuchar una respiración, que no le gustaba nada.
Se acercó a la puerta, pero alguien comenzó a apretarla contra si.
Quería gritar, pero el miedo no lo permitía, no salía ningún sonido de su garganta.
--Callate, si colaborás no te va a pasar nada.
Sabés, nosotros tenemos cámaras, yo te observé desde que llegaste.
Le decía con una voz rasposa, mientras ella forcejeaba para salir corriendo de ahí.
Sentía la barba de ese tipo asqueroso rozándole la piel, las manos horrendas queriéndole romper la ropa, sintiendo ese aliento detestable con palabras obscenas llenas de lujuria y perversidad...
Si ella no hacía algo eso se iba a convertir en un infierno aún peor.
Agarró su bastón como pudo, se le había caído al suelo pero salió corriendo.
Agradeció que no tenía escaleras el lugar y que justo había que doblar una vez y seguir recto. No supo por qué a esa hora parecía no haber nadie, era muy raro.
Logró llegar a la puerta y salir, temblaba como una hoja y corrió media cuadra esperando que alguien la socorriera.
Se cayó en el suelo, y del impacto el bastón salió partiéndose en 4 partes, solo se quedó con la última que mucho no le servía. Trató de levantarse cuando notó su presencia de tras suyo.
En esa noche parecía que todos se habían esfumado, los autos pasaban pero no se detenían. Al menos eso notaba ella. 
--Salí de acá, dejame en paz, mal nacido, lacra inmunda.
--Esta lacra quiere sacarse las ganas. ¿ que no te das cuenta? 
--Salí, dejame!
él la volvió a agarrar otra vez, y volvió a tocarla.
Ella pensaba que era su fin, hasta que pudo usar el tramo de bastón que le quedaba.
Cuando se quiso dar cuenta, localizó el cuello del agresor y con la puntera del bastón, le asestó varios golpes en la nuez, hundió ese pedazo de caño hasta que notó que el tipo empezó a soltarla.
--Basta! Ni a mí ni a nadie mas vas a tocar, abusador, hijo de mil demoños!
Gritó y corrió hasta que se vio libre.
Consiguió que alguien la viera después de hacer sin saber como, 4 cuadras enteras.
Por suerte después de gritar y pedir ayuda, una persona la socorrió y encontraron una comisaría, y pudo decir lo que le pasaba.
No podía describir al agresor pero si dijo donde trabajaba. Sabía que la policía lo iba a encontrar inconsciente, con un golpe, o talvez muerto, pero ya no le importaba. solo quería borrar esas marcas de su cuerpo, esa sensación que la hacía bulnerable, esas lágrimas que no paraban de caerle.
Después de unas horas, y varias declaraciones, le informaron que lo habían encontrado, que pertenecía a una red de trata, que estaba inconsciente por varios golpes pero que viviría.
Ella solo pensaba en que se hiciera justicia, por todas las chicas que fueron heridas incluso mas que ella misma.
Despuésde un tiempo, cuando se vio en el juicio, pudo comprobarse que ella como mujer y en su condición de bulnerabilidad, actuó en defensa propia, y lo condenaron a prisión, por muchos años por todos losdelitos que había cometido.
El hotel se cerró, habían descubierto cámaras y micrófonos en las habitaciones, todo el personal involucrado quedó tras las rejas, y ella aunque con un dolor que sobrellevar por lo vivido, almenos se sintió fuerte al defenderse y lograr que un abusador mas, esté preso.