reproductor, player

lunes, 15 de julio de 2019

No soy una súper ciega. Soy simplemente yo.

No soy una super ciega, soy simplemente yo. Hola queridos lectores míos. A raíz de varias cuestiones que me interpelan últimamente, pongo sobre la mesa lo siguiente. Voy a hablar por experiencia, testimonios y vivencias propias, que he podido con el tiempo entender. Yo sé que también las personas sin discapacidad lo viven, pero quiero centrarme en la discapacidad visual porque es lo que conozco y lo que me incluye. Voy a llamar súper ciego o ciego modelo, a aquel que es independiente, sabe hacer todo, véase manejar una casa, manejarse solo, que tiene trabajo y estudios, pero además juzga a otros, porque en un determinado tiempo x no hace lo mismo que él. Hablo con conocimiento de causa. Quiero decirle, querido lector, que cada uno tiene un ritmo distinto para ser autónomo, que las formas preestablecidas de manual no a todos le sirven, que nadie se tiene que sentir menos por no hacer tal o cual cosa ni tampoco se lo debería juzgar por eso. La presión social que se siente cuando se comparte, en este mundillo ciegueril, aveces no es tan positiva, porque déjenme decirles que no todos quienes tienen discapacidad visual entienden la singularidad de ese otro, tampoco saben que historia tiene la persona o por qué piensa lo que piensa, y si lo saben, realmente aveces no se ponen a pensar en ayudar sino en remarcar lo que no se hace, y poner el ciego mueble, que para ellos es el que no hace nada. Bueno, cada quien elige como quiere vivir, pero muchas veces me a pasado, que yo al sentir que no voy al ritmo de los demás me he puesto muy mal, entré en la comparación, en sentirme poca cosa, y hasta en juzgar a mi familia, que si, no dudo que me a sobreprotegido, pero hoy las cosas son tan distintas después de años de diálogo y de entender que voy creciendo. Y me había comprado tanto ese discurso que al final yo consideraba, tenía que hacer las cosas para que el grupo de ciegos me aceptara, que no disfrutaba nada de lo que tenía que ser un logro y no generarme estrés. Hasta que un día me dije basta, basta de ser algo que no soy, y comencé a aceptar y a aprender despacito a mi ritmo, y entendí después de un proceso largo, también que yo era igual de valiosa que esas otras personas que se creían superiores e iban dando cátedra de que la edad perfecta para hacer esto es esta, y esta otra.... Quizás esta reflexión, o como quieran llamarle, parezca irrelevante, pero quisiera que estas líneas sirvan para algo, para que cada uno se observe, y se pregunte a qué se le está dando autoridad, qué te hace sentir bien, cuales son las vivencias que te genera disfrute, y que te sirve para mejorar. Porque una cosa es que una persona que comparte tu misma discapacidad no te juzgue y te apoye así vayas a otro ritmo, y te acepte así, y otra muy distinta es que caiga en la comparación sin conocer tu historia, tus vivencias y juzgar el proceso que cada uno va recorriendo. Lo importante es no dejar de avanzar. Los abrazo y gracias por leerme. Magalí Rossi.