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jueves, 11 de diciembre de 2014

amor y reencuentro. un cuento de mi autoría




retomando las publicaciones en mi blog el cual abandoné hace 2 años, les traigo un cuento hecho por mí. espero les guste a todos!



Amor y Reencuentro.

Por Magalí Rossi.


Sabían que ese día, sus vidas darían un giro.
Llovía como nunca antes se había visto en esa ciudad, Dulce iba camino a casa después de un día larguísimo en la universidad.
Se detuvo para esperar que cese un poco el aguacero, en el escaparate de una tienda en donde había una especie de techo para resguardar la vidriera.
Estaba distraída,  viendo un hermoso vestido blanco bordado con flores de color rosa que había en esa tienda, cuando giró el rostro hacia la vereda de enfrente y vio pasar a un chico con uniforme de doctor y un maletín. Sus miradas se cruzaron por un instante, y los ojos color miel de él y los azules de ella se encontraron por medio segundo.
Ella temblando de la emoción se preguntaba si era él, Efraím aquel niño con el que había pasado tantos veranos y tantas clases del colegio.
La lluvia se detuvo y ella se dispuso a regresar a su casa.
Llegó, se hizo un té, le  puso dos cucharaditas de azúcar, y fue a su cuarto.
Comenzó a buscar entre sus cajones, y encontró, aquel cuaderno en que un día, con esa letra infantil de cuarto  grado de primaria, había escrito el nombre de Efraím y el suyo en un corazón.
También apareció  aquella foto que le tomaron en aquel cumpleaños frente al pastel, donde se observaba su cara sonriente al estar  a su lado en ese instante.
Mientras tanto, Efraím había llegado al hospital, hacía poco se había recibido de médico clínico, y había decidido volver a esta ciudad, después de que sus padres se lo llevaran a Estados Unidos cuando  tenía 11 años.
Mientras ordenaba papeles, tenía la imagen en su mente, de aquella niña con cabello rubio que siempre en la escuela y en las vacaciones de verano solía salir a jugar con él. También, su rostro se le oscurecía, cada vez que recordaba aquella promesa que hicieron de ser amigos hasta el fin y nunca separarse, promesa que los padres de él rompieron al alejarlo de Dulce.
Ese día que él la vio corriendo, persiguiendo  aquel auto, rogando que no se fuera, sintió un vacío enorme y jamás había vuelto a sonreír hasta hoy.
¿Será aquella niña?- se preguntó. Y quedó pensando en esa mirada que le recordaba al mar.
El despertador sonó y Dulce se levantó de prisa y con una voz desesperada gritó: ¡Dios, se me hizo tarde!
Salió, tomó  su netbook y su bici. Llegaba tarde. Cruzaba las calles rapidísimo. Hasta que se distrajo por un momento, y un auto que venía más rápido que ella, la arroyó.
Se vio tirada en el suelo, un montón de personas la rodeaban. Luego una ambulancia.
A  llegar al hospital, escuchó una voz a lo lejos que decía: --doctor Efraím le traemos una paciente de urgencias.
El corrió atender a esa paciente desconocida. Después de revisarla detenidamente, Efraím dijo: --no se preocupe enfermera, solo está  en un estado de inconsciencia temporal y tiene una quebradura en la pierna derecha. En un rato pasaré a verla.
Dulce despertó, le dolía un poco la cabeza, se vio su pierna enyesada pero estaba bien. Agradeció al cielo de  no  haberse hecho mas daño y de estar en ese cuarto de hospital bien atendida.
Al rato,  se abrió la puerta y lo vio, sin duda era él.
Efraím se acercó, le preguntó su nombre y cuando ella le respondió, su cara se iluminó.
-¡Dulce! ¿Eres tú? ¡No puedo creerlo, tanto tiempo sin saber de ti!
Ella con la voz un poco temblorosa y llena de emoción le dijo: --vaya que has cambiado un poco, pero tu mirada sigue siendo la misma. Has cumplido tu sueño, ser médico, eso me alegra. Y sonrió.
Él la miró tiernamente. Con una sonrisa  le dio su tarjeta para que cuando se recuperara pudiera llamarlo y así  encontrarse para hablar de todo lo que habían cambiado sus vidas en ese tiempo.
Pasaron dos semanas. Ella estaba mejor después de ese susto.
Entonces, lo llamó y fue así que decidieron reunirse en la plaza en la que cuando niños  jugaban. Allí estuvieron, tomando un helado, en esa tarde espléndida de sol.
Después, de ponerse al día con tantas cosas y recordar aquellas anécdotas tan hermosas de los veranos que pasaron juntos, Efraím miró a Dulce a los ojos, a ella el corazón le latía con mucha fuerza. Entonces, fue allí cuando  él  le dijo con una voz tan bella
 --Dulce, perdóname. Perdóname por haberte dejado llorando aquél día, mis padres me obligaron a que me vaya a Estados Unidos, yo no quería dejarte. Rompí esa promesa.
Ellos decían que no me convenía estar contigo porque nuestra relación influía en los resultados  del colegio, no era bueno, por eso me llevaron.
Pero, por esta razón  y algo más, decidí volver a esta ciudad después de tantos años. No pensé que iba a volver a  verte. ¡Siente mi corazón!, late de tan solo escuchar tu voz.
Dulce, cuando recordaba a esta ciudad desde Estados Unidos,  pensaba en aquella vez que saqué tu cuaderno sin permiso y vi tu nombre y el mío dentro de un corazón. Fue allí mi promesa que cuando creciera no te dejaría ir y no te haría pasar  nuevamente esa tristeza.
Ella colocó su mano sobre sus labios para que el callara y lo abrazó fuerte susurrándole al oído:
-Efraím, te extrañé tanto que mi vida no fue igual sin ti, cuando pasaron los años y entré a la universidad, a la carrera de derecho. Allí,  me dije que conseguiría una beca para irme a Estados Unidos, quería verte.
Esto que estoy sintiendo, me lleva a decirte que te amé desde niña y que en mi corazón quedó un vacío cuando te fuiste, pero hoy estoy feliz de que estés  de nuevo a mi lado.
Entonces los dos se fueron acercando poco a poco, se tomaron de las manos, y unieron sus almas en un beso lleno de pasión y ternura. Se detuvieron a observar como se ponía el sol y al mismo tiempo mirándose a los ojos, se dijeron un te amo, apenas audible, pero tan bello para sus corazones, corazones que a partir de ese momento comenzaban a ensamblarse para no separarse nunca más.
Esta historia demuestra que “Cuando dos almas son una, no existe nada ni nadie, que pueda separarlas”, ya que un gran amor siempre nos lleva al reencuentro.



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